viernes, 9 de octubre de 2009

Pasado, presente y futuro


Emilio Crespo (Madrid, 1950) es Licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid y, desde 1992 catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que ha sido vicerrector en dos ocasiones. Ha sido vicepresidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y en la actualidad es presidente de la Fundación Pastor de Estudios Clásicos.
Ha traducido, entre otros textos clásicos, Las Etiópicas de Heliodoro (Gredos, 1979), Seis Vidas Paralelas de Plutarco (Bruguera, 1983; Cátedra, 1999) y la Iliada de Homero (Gredos, 1991). Es autor de Elementos Antiguos y Modernos en la Prosodia Homérica (Salamanca, 1977), coautor de Los Dioses del Olimpo (Alianza Editorial, 1998), y de Sintaxis del Griego Clásico (Gredos, 2003), así como coeditor y coautor de Homérica: Estudios Lingüísticos (UAM, 1992), Dialectologica Graeca (UAM, 1993), Berthold Delbrück y la Sintaxis Indoeuropea Hoy (Madrid-Wiesbaden, UAM Dr. Ludwig Reichert Verlag, 1997), Obras Completas de Esquilo, Sófocles y Eurípides(Cátedra, 2004) y Word Classes and Related Topics in Ancient Greek (Louvain-la-Neuve, 2006), entre otras muchas publicaciones y artículos sobre temas de su especialidad.
Lo que sigue es su ponencia en el simposio "Escrituras de la Traducción Hispánica", texto incluido en el libro homónimo que acaba de publiar la UACh, asociada con Edicíones Kultrún.



La traducción de la literatura
grecolatina al español hoy

En estas páginas expongo algunas opiniones personales sobre el estado en el que la traducción de textos clásicos grecolatinos al español se encontraba hacia 1939 y en la actualidad. También exploro las perspectivas y retos que se abren ante el futuro para este aspecto de la cultura escrita en castellano.

¿De dónde venimos?
Hacia 1940 las traducciones de obras clásicas grecolatinas publicadas en español eran menos que las editadas en otras lenguas europeas mayores. Muchos autores y obras no se habían traducido nunca al castellano. La calidad de las versiones impresas era heterogénea. Incluso de obras de autores clásicos importantes, no había ninguna traducción o la que había tenía una calidad mínima o era anticuada (1).
Había, con todo, traducciones notables y dignas de interés. En este lugar me quiero referir sólo a una de ellas, a una traducción de la Ilíada de Homero, que es con seguridad la primera versión española de esta obra realizada y editada en América (2). Su autor fue Guillermo Jünemann Beckschaefer (Welter, Alemania, 28 de mayo de 1855 – Tomé, 21 de octubre de 1938), clérigo chileno de origen alemán, que elaboró y publicó su traducción de la Ilíada en endecasílabos blancos (Concepción, 1902) (3). Como muestra, he aquí unos pocos versos, que forman parte de la despedida de Héctor y de su esposa Andrómaca en el momento en el que aquel sale de Troya a luchar contra los griegos y el hijo de ambos se asusta al ver el marcial aspecto de su padre revestido con la armadura y con el yelmo calado (Homero, Ilíada 6.466-481):

Dijo y tendió los brazos a su niño
el fúlgido Héctor. Mas aquél, gritando,
de la nutriz, de bella ceñidura,
al seno se volvió; del caro padre
le atemorizó la faz, del bronce el lampo
y del morrión las crines, que medrosas
en la cimera altísima volaban.
Y el padre amante rió; rió la alta madre.
Quitóse presuroso el fúlgido Héctor
su claro yelmo; lo depuso en tierra;
cogió, besando, a su querido niño,
alzóle en brazos y rogó al Saturnio
y a las deidades inmortales todas:
«¡O Jove y demás dioses, dad que sea,
cual yo, el primero en la dardania gente
aqueste niño mío; dad que grande,
cual yo, en Ilión, y poderoso impere.
Porque, al tornar, orgullo de su madre,
con sangriento botín desde la lucha,
decir alguno pueda de él un día:
‹Eclipsa el hijo la paterna gloria
› (4)

La traducción está elaborada directamente a partir del texto original griego y es correcta. Presenta ocasionales arcaísmos léxicos y pretende una marcada literalidad, no siempre conseguida. Por ejemplo, el orden de palabras en los últimos versos citados difiere del original. Como es normal, la adaptación del hexámetro griego, que tiene entre doce y diecisiete sílabas, al endecasílabo español hace inevitables el aumento del número de versos en la traducción y otros alejamientos del original forzados por el carácter sintético de la lengua griega arcaica (con desinencias casuales, con muy pocos tiempos verbales compuestos, etc.) frente al analítico del español actual (con mayor frecuencia de las preposiciones que de las desinencias casuales, con muchos tiempos verbales compuestos, etc.).
Jünemann también tradujo al español la versión griega de la Biblia llamada de los Setenta (5). De ella, el Nuevo Testamento se publicó en 1928 y el Antiguo Testamento en 1992 (6). Esta traducción, probablemente también la primera completa de la Biblia al castellano realizada en América, se caracteriza por su marcada literalidad, como es común en las traducciones de los textos sagrados a lo largo de la historia (7). Jünemann fue también autor de varios libros destinados al uso escolar: una Literatura Española, una Antología Universal de los Mayores Genios Literarios y una Literatura Universal, todos ellos publicados por la editorial Herder.
En términos generales, hasta el final del primer tercio del siglo XX las traducciones de obras grecolatinas clásicas al español no cubrían la literatura grecolatina, pero había traducciones valiosas, como la de la Ilíada de Jünemann.

¿Dónde estamos?

La situación actual es muy diferente. Hay al menos una traducción española de prácticamente todos los autores literarios (y de muchos documentos no literarios), incluso de aquellos que tienen un interés comercial limitado. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX y especialmente en el último cuarto de siglo hubo un esfuerzo continuado y meritorio de traductores, editores y público (8). El nivel medio de las traducciones editadas en este periodo es bueno. Como resultado, en la actualidad es difícil encontrar autores y obras de las que no se haya publicado más de una traducción de calidad o correcta. Y en muchos casos hay varias buenas.
Este aumento de traducciones españolas de obras clásicas grecolatinas y la mejora en la calidad han coincidido con una extensión del nivel cultural en el ámbito de habla española. Junto con otras causas más importantes, las traducciones de obras literarias clásicas grecolatinas han contribuido al avance de la cultura expresada en castellano.
Además, gracias al esfuerzo de instituciones públicas y privadas, es posible encontrar ya en Internet traducciones españolas de obras clásicas que son de dominio público.

¿Adónde vamos?

La rapidez de los cambios en el mercado editorial de libros hace difícil emitir cualquier pronóstico, pero es posible predecir algunas vías por las que discurrirán o deberán discurrir en el futuro próximo las traducciones españolas de obras clásicas.
La aplicación de medios informáticos contribuirá, por un lado, a la difusión de las traducciones españolas de obras clásicas grecolatinas y, por otro, proporcionará medios imprescindibles para mejorar la calidad de las traducciones que se elaboren en el futuro próximo. En este momento el texto original griego o latino de una gran mayoría de las obras clásicas y de muchos instrumentos de trabajo para elaborar una buena traducción nueva están disponibles en Internet de modo gratuito.
Tomemos por ejemplo los poemas homéricos. Hay ediciones (sin aparato crítico) del texto griego original en lugares tan comunes como en la versión griega de «wikisource» (9) Una edición del texto griego se encuentra también en el «Perseus Project». En esta misma página web se pueden hallar la traducción inglesa de Samuel Butler, los comentarios redactados en inglés de Walter Leaf y de Allen Rogers Benner, el Greek-English Lexicon de Liddell-Scott-Jones (=LSJ) con las frecuencias absolutas de los términos y enlaces a nombres de lugar y de persona. Es notable también The Chicago Homer, que presenta el texto griego, las traducciones inglesas de Richmond Lattimore (Il.) y de James Huddleston (Od.) y la alemana de Johan Heinrich Voss en disposición interlineal y el LSJ. Además, esta página web permite traer a la pantalla la frecuencia absoluta y relativa de cada término usado en la épica griega arcaica. También contiene funciones para buscar términos, sintagmas y repeticiones formularias de la épica griega arcaica. La traducción española de Luis Segalá y Estalella se puede encontrar también en varias páginas web.
Hay también en Internet otros documentos que contribuyen a difundir los poemas homéricos o que son instrumentos para hacer una traducción nueva que mejore las precedentes: otras traducciones a diversas lenguas modernas aparte de las citadas; las publicaciones de Milman Parry, el descubridor del carácter tradicional y oral de la Ilíada y de la Odisea, en Google Books; al menos un archivo de audio que permite escuchar el texto griego; los poemas épicos cantados en serbocroata que Milman Parry registró en el decenio de 1930 y un archivo que contiene una breve filmación de un poeta oral cantando un poema en serbocroata, ambos en la Milman Parry Collection de la universidad de Harvard; varias publicaciones del primer excavador de Troya H. Schliemann y numerosas páginas sobre los lugares arqueológicos relacionados con los poemas homéricos, como Micenas y Troya, que exhiben imágenes y recorridos virtuales de tales yacimientos arqueológicos y reconstrucciones en 3 dimensiones, especialmente las de las Universidades de Cincinnati y de Tübingen. La facilidad para emplear tales medios debe aumentar la difusión de tales obras e incrementar el nivel de la calidad de las nuevas traducciones, que tienen a su disposición datos más fiables que las puras impresiones y sensaciones de los traductores, que por lo demás suelen ser atinadas.
La importancia de transferir los textos editados sobre papel a formato electrónico es grande si tenemos en cuenta lo que sucedió en la historia europea cada vez que hubo un cambio externo, bien en el formato del libro (de rollo a códice, aún en la Edad Antigua), bien en el tipo de letra (de mayúscula a minúscula, en general ya en la Edad Media para las obras literarias), bien en el material de escritura (de piel o de papiro a papel, a partir del siglo XIII) o bien en la producción de los libros (de los manuscritos a la imprenta, en la segunda mitad del siglo XV): las obras que no fueron transferidas y copiadas al sistema moderno desaparecieron a la larga o se conservaron en condiciones precarias. El uso de instrumentos informáticos debe favorecer un salto en la calidad filológica y lingüística de las traducciones que se elaboren al español en los próximos años. Las inversiones que se hagan en la elaboración y edición de traducciones de obras literarias clásicas grecolatinas tienen buenas expectativas económicas. El crecimiento económico del ámbito lingüístico en el que se habla español hará aumentar la demanda de productos culturales editados en esta lengua.
Además, las infraestructuras de los centros culturales y educativos en el ámbito de habla española tienen gran potencial de crecimiento. En consecuencia, las editoriales comerciales obtendrán beneficios siempre que editen obras de calidad.
Es también previsible que se creen fondos de traducciones clásicas en otras editoriales comerciales aparte de las que ya los tienen, porque este tipo de libros tiene demanda no estacional a diferencia de la mayor parte de las publicaciones impresas. Además, las traducciones de obras clásicas al español padecen menos que las monografías y los estudios la competencia de las obras editadas en otros idiomas.
El mayor riesgo para el futuro de las traducciones de las obras clásicas grecolatinas al español procede de un posible retroceso de las humanidades y, en general, de los ideales humanísticos, íntimamente relacionados con los estudios clásicos. Pero hay que ser optimista, porque un eventual retroceso de las humanidades en las sociedades actuales causaría tantos perjuicios que cabe suponer que las autoridades nacionales y mundiales acudirían en su auxilio para evitarlo como acuden en ayuda de las instituciones financieras cuando estas están en peligro.


Notas

(1) Sobre la historia de las traducciones en España, véase N. Antonio,
Bibliotheca
Hispana Nova
, 2 vols., Madrid, 1667 y 1696; J.A. Pellicer y Saforcada, Ensayo de una Biblioteca de Traductores Españoles, Madrid, Antonio de Sancha, 1778; M. Menéndez y Pelayo, Horacio en España, Madrid, 1877, 2.ª ed. 1885, y Biblioteca de Traductores Españoles, en Obras Completas, ed. E. Sánchez Reyes, Madrid, 1952-1953; J.F. Ruiz Casanova, Aproximación a una Historia de la Traducción en España, Madrid, 2000.

(2) La traducción al latín del mexicano Francisco Xavier Alegre (1729-1788), Homeri Ilias Latino Carmine Expressa fue publicada por primera vez en Bolonia, 1776, y reeditada con revisiones en Roma, 1778. Para una valoración de la misma, véase M.D. García de Paso Carrasco y G. Rodríguez Herrera, «La versión latina de la «Ilíada» del jesuita mexicano Francisco Xavier Alegre», Boletín Millares Calvo 16, 1998, 283-300. Es dudoso si hay alguna versión inglesa de la Ilíada realizada en América que fuera publicada antes de la de Jünemann.

(3) Una buena presentación de la vida y de la obra de G. Jünemann ofrece A. Moreno
Casamitjana en el «Prólogo» a la edición de la traducción que Jünemann hizo de la Sagrada Biblia. El propio Jünemann escribió una autobiografía bajo el título Mi Camino, que se publicó en la Imprenta San Francisco, 1939. En su niñez, el poeta Gonzalo Rojas fue discípulo de Jünemann.

(4) Para una comparación de la traducción de este pasaje con las versiones de Ignacio
García Malo (1788), José Gómez Hermosilla (1831), Luis Segalá y Estalella (1908), Leopoldo Lugones (1915-1924), José María Aguado (1935), Leopoldo López Álvarez (1937) y Alfonso Reyes (1951), véase L.A. Guichard, «Notas sobre la versión de la Ilíada de Alfonso Reyes», NRFH 52, 2004, 409-447. Sobre las traducciones de Homero a las lenguas hispánicas, véase E. Crespo, s.v. «Homero», en F. Lafarga y L. Pegenaute (eds.), Diccionario Histórico de la Traducción en España (en prensa).

(5) La versión griega del Antiguo Testamento conocida tradicionalmente como de los Setenta, según una tradición muy repetida en las fuentes griegas antiguas y medievales, elaborada por una comisión de 72 judíos en Alejandría de Egipto durante el siglo II a.C. La primera fuente griega que relata cómo el rey de Egipto encargó la traducción y cómo esta comisión la llevó a cabo se denomina Carta de Aristeas. Véase la introducción y la traducción española de la misma elaborada por J. Pórtulas en http://www.traduccionliteraria. org/1611/art/portulas.htm

(6) El Nuevo Testamento está publicado por la Editorial Diocesana de Concepción. La versión del Antiguo Testamento es accesible en la actualidad en http://www.synodia. org/libros/junemann y goza de la aprobación de la Conferencia Episcopal de Chile.

(7) Su propósito era «verterla (scil. la palabra divina) de modo que no tuviese yo que avergonzarme delante de Dios por irrespetuoso, ni delante del idioma español, ruborizándome de rigidez y pobreza» (véase L.F. Figari, La Biblia en Castellano, en http://www. multimedios.org/docs/d000056/p000007.htm#fnb_6-p6, consultada entre el 11 y el 19 de noviembre de 2008).

(8) Para las traducciones de obras griegas, véase J. Zaragoza, «Las Traducciones de Textos Griegos al Español», en Actualización Científica en Filología Griega, ed. A. Martínez Díez, Madrid, Ed. de la Universidad Complutense, 1984, 163-183; Veinte Años de Filología Griega, Madrid, CSIC (en prensa).

(9) Me limito a citar algunas páginas web que son suficientemente comunes como para
suponer que no desaparecerán en breve. No cito la URL porque para acceder a ellas es
más sencillo teclear en la pantalla de un buscador el nombre de la página que menciono y el de la obra literaria.

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