viernes, 26 de octubre de 2012

Neruda traductor

Un trabajo del escritor y académico Adolfo de Nordenflycht (adnorden@ucv.cl), de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, publicado en Mutatis Mutandis. Vol. 5, No. 1. 2012. pp. 100-110.
  
Pablo Neruda y la traducción

El poeta chileno Pablo Neruda, nacido el 12 de julio de 1904 en Parral como Ricardo Neftalí Reyes Basoalto y fallecido en Isla Negra el 23 de septiembre de 1973 es autor de una extensa producción de textos de poesía entre los que destacan, entre otros, los muy conocidos Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la Tierra, Canto General, Odas Elementales, Estravagario, a los que deben añadirse los textos en prosa, como la novela vanguardista, las memorias de Confieso que he vivido, crónicas y libros de viaje como Cronicas desde Oriente y Comiendo en Hungría (este último en coautoría con Miguel Ángel Asturias), ensayos, críticas y reflexiones, junto a una obra dramatúrgica: Fulgor y muerte de Joaquín Murieta.

De modo que la producción nerudiana se desarrolló en todos los géneros y de esta fecunda práctica literaria no estuvo ausente la actividad del traductor. De la biografía de Neruda resulta interesante recordar que hacia 1921 se trasladó a Santiago desde Temuco, lugar donde su padre había ido a vivir a pocos años de la muerte de la madre del poeta a dos meses del parto. En Santiago, Neruda se incorpora a estudiar Pedagogía en Francés en la Universidad de Chile, carrera que no termina, pero que le permitirá consolidar un buen conocimiento de la lengua francesa. De esos años juveniles de la década de 1920 son Crepusculario, Veinte poemas y un par de libros en prosa.

En 1927 tras haber aceptado un cargo como Cónsul en Birmania, Ceilán, y luego en Colombo y en Singapur y Batavia, Neruda permanecerá en el Sudeste asiático durante varios años. Allí se casó con la javanesa holandesa Maria Antonieta Hagenaar con la cual tuvo su única descendiente Malva Marina, que falleció a los ocho años de edad. Durante esa prolongada estancia asiática, Neruda, profundizará en su conocimiento de la lengua y la literatura inglesa. En la soledad de su bungalow del suburbio de Wellawatta, se dedicó a la lectura en inglés gracias a la generosidad de Lionel Wendt, “que poseía una gran biblioteca y recibía los últimos libros de Inglaterra [y] tomó la extravagante y buena costumbre de mandar a mi casa, situada lejos de la ciudad, un ciclista cargado con un saco de libros cada semana. Así, durante aquel tiempo, leí kilómetros de novelas inglesas”.

La vida de Neruda proseguirá en el servicio diplomático, primero en Buenos Aires, donde trabará una entrañable amistad con Federico García Lorca y luego en España donde conocerá a Delia del Carril, que será su segunda esposa, y será testigo y partícipe de la guerra civil; tras la derrota de la República será el gestor del embarque con destino a Chile de más de 2000 refugiados en el Winnipeg. Luego de ser Cónsul en México, deja la carrera diplomática y en 1945, ya militante del partido comunista, será elegido senador. En 1948 el presidente González Videla emprendió una violenta represión contra los comunistas que lo habían apoyado para llegar al poder, persiguiendo particularmente a Pablo Neruda que pasa a la clandestinidad y huye atravesando a caballo la cordillera de Los Andes para aparecer espectacularmente en Paris en 1949. Durante el exilio que duró hasta 1952, el poeta consolida su compromiso político y conoce a Matilde Urrutia con quien residirá en Italia durante 1952 y con la cual se unirá definitivamente 1956 luego de su separación de Delia. Los años que siguen lo conducen a numerosos viajes por el mundo, participando en recitales o como jurado o invitado a encuentros y homenajes, pues ya es reconocido mundialmente y traducido a las principales lenguas. Junto a la elección de Allende en 1970, Neruda vuelve al mundo diplomático como Embajador en Francia, cargo que desempeña al momento de recibir el reconocimiento mundial a su poesía con el otorgamiento del Premio Nobel de 1971. A fines de 1972 regresa a Chile aquejado de cáncer y morirá en 1973 a los pocos días del bombardeo a la Moneda por parte de los militares golpistas encabezados por Pinochet. Sus funerales se realizaron en un clima de extrema tensión y no tardó en hacerse público que sus casas de Valparaíso y Santiago habían sido despiadadamente saqueadas y destruidas.

De esta sucinta biografía de Neruda puede colegirse que los idiomas que conocía y manejaba con fluidez el poeta eran el francés y el inglés; tal vez el italiano, por su estadía en Capri, y el portugués no le fueran ajenos. No ha quedado constancia del grado de su conocimiento de otros idiomas, lo cual sin embargo no parece haber sido obstáculo para que ejercitara también la traducción de poetas que escribieron en alemán, rumano, turco, ruso, polaco, húngaro. Se trata de traducciones indirectas, la mayoría de las cuales se publican en las décadas de los años 1950 y 1960 en La Gaceta de Chile, Revista de Artes y Letras dirigida por Pablo Neruda, pero la actividad traductora del poeta había comenzado muchos años antes, con las traducciones de dos relatos de Marcel Schwob aparecidas en el importante magazine santiaguino Zig-Zag durante el año 1923.

Es posible que dada la precariedad económica por la que atravesaba el joven poeta y la necesidad de pagar por la publicación de Crepusculario, lo hayan conducido a trabajar en estas traducciones para una revista de la cual no estaba alejado Hernán Díaz Arrieta (Alone), crítico que reconoció tempranamente a Neruda y que se prestó a saldar la deuda cuando el editor se negó a entregar un solo ejemplar antes de que estuviera satisfecha completamente la factura. Sin embargo, los textos de Schwob traducidos por Neruda, “La cité dormante” y “L’incendie terrestre” (incluidos en Le Roi au masque d’or), presentan imágenes parabólicas que –como bien lo señala Selena Millares (1993), reaparecerán en la poesía nerudiana, como la conversión en estatua, presente en La ciudad durmiente y que figurará luego con recurrencia en los Cien sonetos de Amor, o la variante del apocalipsis de El incendio terrestre, al que Neruda parece responder con la superación del castigo en la proyección poética hacia la eternidad que se presenta en La espada encendida, uno de sus libros póstumos. Anteriormente, se había referido a ambos textos en su columna crítica e informativa “Los libros” que firmaba como Sachka en la revista Claridad, Órgano oficial de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. En el num. 95, del 7 julio de 1923, se incluye un comentario del poeta acerca de La ciudad durmiente bajo el rótulo de “Las extrañas historias de Marcel Schwob”, donde reconoce que “[L]eo tus historias, selladas por tu mano alucinada, y te sigo a través de tu pensamiento que cruza las edades y recolecta los hechos singulares” (En O.C. IV. p. 315).

Esta relación de su tarea como traductor con su propia producción crítica y también poética no puede resultar extraña, no solo por que la traducción sea “el acto más íntimo de lectura” (Spivak,1991) que por ello, entiendo, deja un resabio de entusiasmo fervoroso en quien ha leído y acomete la doble tarea, crítica y creativa que impone la traducción: leer en el texto original un sentido, un ritmo, un modo de saber y (re)escribirlo, representándolo como un mundo en otro. En este sentido la traducción, para Neruda, es otro modo del poetizar, como también lo fuera la construcción de sus casas y también la empresa del Winnipeg y las colecciones de caracolas y mascarones, y la actividad política y todo, todo aquello que correspondió a lo que fueron “Las vidas del poeta” (título que puso a sus crónicas autobiográficas de 1962 para la revista O Cruzeiro Internacional), pues tal como lo señala: “la verdad es que siempre estoy haciendo lo mismo. Nunca he dejado de hacer lo mismo. ¿Poesía? En el hecho me enteré, mucho después de estar haciéndolo, que lo que yo escribía se llamaba poesía”. (“Un año por dentro”. Ercilla 1802. 31. 12. 1969. En O.C. V p. 265). Coincide en cierto modo con la afirmación de Borges en el prólogo de El oro de los tigres: “Para un verdadero poeta, cada momento de la vida, cada hecho, debería ser poético, ya que profundamente lo es”.

La traducción que continúa a las realizadas sobre los relatos de Schwob, también corresponde a un texto en prosa, un fragmento de Die Aufzeichnungen des Malte Laurids Brigge. El original de la novela poética de R.M.Rilke fue publicado en alemán en 1910, idioma que Neruda no conocía, cuando incluye bajo su firma el fragmento, en la revista Claridad núm.135, octubre noviembre 1926. La traducción de Neruda parece haber sido hecha del francés, idioma al que André Gide había traducido algunos fragmentos de la novela, entre los que se encuentra el que traduce Neruda, publicándolos en la NRF en 1911. Claridad, que escamotea dos párrafos entre el penúltimo y el último del original, introduce el texto con una nota que deja cierta ambigüedad respecto a la procedencia del mismo: “Rainer María Rilke. Nació en Praga en 1875, y ha fijado después de muchos viajes por el mundo su residencia en París, donde traducido por primera vez al francés por Andre Gide, es objeto de la actual curiosidad de la joven intelectualidad europea”.1

A continuación de la cual se ofrece la traducción del conocido fragmento de la muerte del chambelán Brigge, que se hace presente a través de una voz desconocida con que el chambelán pedía y gritaba. Esa voz de la muerte resuena para el lector como intertexto de “Solo la muerte”, el poema de Residencia en la tierra: “las velas hinchadas por el sonido de la muerte, / hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.// A lo sonoro llega la muerte / como un zapato sin pie, como un traje sin hombre, / llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo, / llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta”. (O.C. I. p. Esta perspectiva que cruza textos permite hermanar la tarea traductora con la escritura poética, no deja de resultar significativo el juicio con el que Juan Ramón Jiménez pretendió descalificar al poeta chileno. En efecto, de las batallas literarias en que se vio envuelto Neruda, una de las que tuvo más contenido estético, si bien no estuvo exenta de los habituales personalismos que tiñen las contiendas entre poetas, fue la que lo enemistó con el poeta español Juan Ramón Jiménez, enfrentados por diferentes concepciones de poesía: el purismo poético defendido por Juan Ramón y la “poesía sin pureza” propugnada por Neruda.

Resultado colateral de esta disputa sería la consideración, que más tarde reconocerá como injusta, manifestada por Juan Ramón en su Españoles de tres mundos (1942) sobre Neruda como “un gran mal poeta, un poeta de la desorganización”. A lo que añadía “Neruda me parece un torpe traductor de sí mismo y de los otros, un pobre explotador de los filones propios y ajenos, que a veces confunde el original con la traducción” (p.122) Es posible que los términos traductor y explotador asociados en la invectiva juanramoniana se deban a su inconfundible mal genio, acentuado esta vez por haber sido Zenobia Camprrubí la traductora al español del poema de Tagore del cual se acusó a Neruda de haberlo plagiado en el “Poema 16” de los Veinte poemas de amor.

En todo caso, al margen de la ironía descalificadora, no deja de ser expresiva la relación de contrariedad que Jiménez establece entre poeta (buen poeta, se colige) y traductor que parece fundarse precisamente en su idea de puridad poética que lo lleva a una mística de la belleza, una hipóstasis del lenguaje de la poesía y una deificación del poeta, una concepción donde la traducción no tiene más lugar que la subalternidad ancilar. Todo lo contrario de lo que podría deducirse de la poesía impura “gastada como por un ácido por los deberes de la mano […] salpicada por las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley” (“Sobre una poesía sin pureza” Caballo Verde para la Poesía, num. 1. Madrid, octubre de 1935. En O.C. IV. p. 381). ¿Cómo trabaja este “torpe traductor de sí mismo y de los otros”? En “Conducta y poesía” (Caballo Verde para la Poesía, num. 3. Madrid, diciembre de 1935).Tras reconocer la tarea devastadora del tiempo que nos lleva a ver “cada día al miserable ser humano defendiendo su miserable tesoro de persona preferida”, concluirá afirmando: “qué queda de las pequeñas podredumbres, de las pequeñas conspiraciones del silencio, de los pequeños fríos sucios de la hostilidad? Nada, y en la casa de la poesía no permanece nada sino lo que fue escrito con sangre para ser escuchado por la sangre” (O.C. IV. p. 384).

A partir de los años treinta, Neruda que ha perfeccionado su inglés durante su estadía en el Sudeste Asiático, realizará una serie de traducciones de poetas angloparlantes: Los poemas 35 y 36 de Música de Cámara de James Joyce para la revista bonaerense Poesía núm. 6-7 octubre-noviembre de 1933. Es una traducción muy apegada al original, conservando, a pesar de la extensión del verso español, el ritmo, los giros semánticos que en Joyce provenían de lo isabelino, y suspenden el sentido y lo dejan latente sumergido en un velo de misterio. En noviembre de1934, ya instalado en Madrid, publicará en el núm.20 de Cruz y Raya, la importante revista dirigida por José Bergamín, una traducción de Visions of the daughters of Albion (1793) y “The mental traveller” (en The “Pickering”. 1805) de W. Blake. Traducciones que críticos como Michael P. Predmore (2004) presentan como relevante contexto de la edición completa de los dos tomos de Residencia en la Tierra (1935) en la medida que Blake asume la tradición, “inspirada en el Apocalipsis bíblico, transformado en un drama espiritual del individuo, que tiene sus orígenes en los pensadores y poetas del romanticismo inglés” y que por cierto está presente en el texto residenciario.

También para las ediciones de Cruz y Raya, incorporado en el libro-almanaque El aviso de escarmentados del año que acaba y escarmiento de avisados para el que empieza de 1935, Neruda traducirá “Pasto de llamas” (corresponde a los segmentos 2, 3 y 30 de “Song of Myself”) de Walt Withman, y posteriormente, en La Gaceta de Chile núm. 2, octubre de 1955 publicará su traducción de “Saludo mundial” (como titulará a la fragmentaria traducción del poema de Withman que en el original se llama “Salut au monde”). Es bastante conocida la admiración de Neruda por Withman y la relación de la escritura de ambos poetas, como su afán universalista, su profundo sentimiento americanista, entre otros, ha sido profusamente estudiada, aún cuando el propio Neruda –como señala F. Alegría (1954)– “por mucho que se haya inspirado en la obra de Whitman […] más que un discípulo de Whitman, es su continuador o, mejor dicho, su heredero; tan original y profundo en sus alcances como su mismo maestro. Neruda no ha dejado sino testimonios indirectos sobre la ascendencia que en su poesía ha ejercido Whitman”. Uno de esos testimonios son estas traducciones, particularmente “Saludo mundial”, que por su estructura de pregunta y respuesta y de insistentes reiteraciones, a lo que se añade el desdoblamiento del poeta y su inclusión como Walt Withman en el poema, sugiere de inmediato la posibilidad de participación del lector en un diálogo integrador, resulta más acentuado en la traducción nerudiana del título “Saludo mundial”, a diferencia de “Saludo al mundo” que sería la traducción literal.

El ciclo de traducciones de poetas románticos se cierra con la publicación de “Año 1812” en el número 3 de Gaceta de Chile, diciembre de 1955, fragmento del Pan Tadeusz, extenso poema nacionalista del romántico polaco Adam Mickiewicz que es considerada la última epopeya europea y que, según Hernán Loyola (O.C. IV. p 1445) “Neruda lo tradujo probablemente de una versión francesa”. Puede considerarse que a través de estas traducciones, Neruda presenta distintas líneas genealógicas con las que dialoga su poesía en la que surgiendo un particular gesto épico fusionado con los temas sentimentales.

Entre los años 50 y 60, en el contexto de la guerra fría que también se hará sentir en el medio cultural y literario, publicará una serie de traducciones de poetas militantes de partidos comunistas con los que mantuvo amistad, en las páginas de La Gaceta de Chile y otros órganos como Democracia, que en el número del 28 de octubre de 1951 incluía “La voz de Henri Martin” de Nazim Hikmet (1902-1963), traducido por Neruda, posiblemente del francés. Se juntaban en el texto la experiencia de las cárceles y los exilios políticos del marinero Martin, símbolo de la lucha del pueblo francés contra la sucia guerra de Indochina, de Hikmet el poeta turco más sobresaliente del realismo comprometido y su amigo el, por esos años, exilado Pablo Neruda, con cuya poesía pueden verificarse fuertes lazos, entre los que sobresale la asociación del discurso de tono político con una intensa sentimentalidad.

En el número 1 de La Gaceta de Chile (septiembre 1955) Neruda ofrece la traducción de dos poemas del alemán Stephan Hermlin (1915-1997): “Terzine” y “Las cenizas de Birkenau”. Es posible que en ellas haya colaborado el propio Hermlin que habiendo participado en la guerra civil española como conductor de ambulancia en el bando republicano llegó a conocer bien el español y fue traductor al alemán de España en el corazón y Residencia en la Tierra. Los temas recurrentes de su producción son la resistencia antifascista, el recuerdo y el olvido de las masacres bélicas y la construcción del socialismo en la República Democrática Alemana (RDA), donde se estableció a partir de 1947, llegando a ser uno de sus escritores más reconocidos.

En el mismo número de La Gaceta de Chile, Neruda traduce del inglés el poema de Walter Lowenfels (1897-1976), para el que mantiene el título original entrecomillado “For the Reader”. Lowenfels fue uno de los poetas importantes de su generación y junto a Michael Fraenkel publicó el manifiesto Anonymus: la necesidad del anonimato, en el que se aboga por el anonimato para evitar la rivalidad, la competencia artística y la enajenación. Lowenfels se afilió al partido comunista de USA y fue juzgado y encarcelado bajo el macartismo. Libros suyos como Steel 1937, que incluye algunos textos sobre la Guerrra Civil Española, y Sonnets of Love and Liberty escrito durante el juicio y su estancia en la prisión, lo revelan como un poeta comprometido con ideas políticas que Neruda comparte.

Durante su estadía en la URSS tras la salida clandestina de Chile en 1949, Neruda no solo hizo amistad con Hikmet, también con los más importantes poetas rusos y de los países de la órbita soviética, entre ellos Evguenei Yeytushenko, el “enfant terrible” de las letras rusas”, y a Semión Kirsanov de quien señala en Confieso que he vivido “que tradujo admirablemente al ruso mi poesía. Kirsanov es, como todos los soviéticos, un ardiente patriota. Su poesía tiene fulminantes destellos y una sonoridad que le otorga la bella lengua rusa lanzada al aire por su pluma en explosiones y cascadas”. (O.C. IV. p. 614). De cada uno de ellos Neruda tradujo un poema: “Cumbre”, de Kirsanov, poema que canta a la naturaleza de la alta montaña y la épica del montañismo, publicado en la Gaceta de Chile núm 2, octubre de 1955; “El mar” de Yeytushenko, fue publicado en el periódico El Siglo, Santiago de Chile, 28 de enero de 1968, luego de la visita de este poeta a Chile invitado por Neruda a fines de 1967, donde dio un recital en español de su poesía. El poema traducido en El Siglo revela la experiencia de la primera visión del mar y de la seducción infinita que causa en el hablante.

En estas traducciones lo que parece imponerse es la percepción de dos fenómenos naturales que caracterizan el territorio y el sentir nacional del poeta chileno: la montaña y el océano, que comparecen en un juego de oposiciones y de complementariedad, marcada así mismo por los destinatarios-actantes de ambos poemas: los experimentados montañistas y los que tienen la primera experiencia de ver el mar. En Arion núm. 1. Budapest, 1966, se publica la traducción de Neruda del soneto de Gyorgy Somlyó (1920 – 2006), “Duerme”, que Hernán Loyola incluye en O.C. V. p.1273 en una versión tomada del manuscrito que conservaba Somlyó y que difiere de la publicada en Budapest. Somlyó fue traductor de Neruda al húngaro y es posible que colaborara de manera significativa en la traducción nerudiana de su poema amoroso.

El ciclo de estas traducciones que buscan entablar un diálogo de amistad y reconocimiento de camaradas, se completa con la traducción de la “plaquette” Dos poemas de Thiago de Mello traducidos por Pablo Neruda. Carpeta. Santiago. Prensas de la Editorial Universitaria 1963. (100 ejemplares numerados, fuera de comercio). Los dos poemas traducidos son “Los barcos” y “Noticia de la mañana”. El propio Thiago de Mello señala también que Neruda habría traducido “Los estatutos del hombre” (1964)2, su poema más conocido: “El tradujo numerosos poemas míos. Pero ninguna emoción fue tan intensa como la que sentí cuando el me entregó, manuscrita con su fiel tinta verde, la traducción de los Estatutos del Hombre, después de recitarla frente al océano Pacífico, en el momento de un brindis”, recuerda Thiago de Mello, citado por Cristiane Grando en “Los colores de Brasil en Pablo Neruda”, Jornal Garatuja núm 67. Bento Goncalves-RS, junho 2004, p.4 (traducido por Leo Lobos), no obstante las ediciones que circulan con esta indicación son todas posteriores a la muerte de Neruda. De hecho, la primera edición bilingüe en que se señala como traductor a Neruda es la de Vergara y Riba editoras, Buenos Aires 2001. Ahora bien, Thiago de Mello fue diplomático y exiliado en Chile donde cultivó una estrecha amistad con Neruda cimentada en el espíritu juguetón de ambos. Basta ver el “Colofón (sobre los abuelos del autor y del traductor)” de Dos poemas, para reconocer lo que Thiago de Mello afirma a Grando: “Neruda conservo durante toda la vida un don mágico de la infancia: a él le encantaba jugar. Sabía como nadie inventar alegría para agradar a sus amigos. Nació con el don de la amistad”.

Las empresas de mayor envergadura que acomete Neruda en el ámbito de la traducción corresponden a los 163 poemas que conforman el volumen 44 Poetas rumanos, traducción de Pablo Neruda. Buenos Aires: Losada, 1967, y la traducción de Romeo y Julieta. Buenos Aires: Losada, 1964, con ocasión del cuadragésimo centésimo aniversario de William Shakespeare; traducción que posteriormente revisó y corrigió para la 4ªedición de sus Obras Completas. Buenos Aires: Losada, 1973. Sobre estos libros existen estudios críticos. Así, respecto de la traducción de Romeo y Julieta, que fuera presentada señalando que “es más bien una recreación en el lenguaje, una forma de traspasar de poeta a poeta la vibrante palabra original. Neruda transforma, dimensiona, potencia al castellano la tragedia de los amantes de Verona. No es casual que muchos hablen de este Romeo y Julieta como de Shakespeare-Neruda, porque en realidad no es éste un traslado a otro idioma, sino la invención del drama en distinto lenguaje. Las palabras de Neruda para el programa del estreno en Chile, apuntan precisamente a esto: «Lo he traducido con devoción para que las palabras de Shakespeare puedan comunicar a todos, en nuestro idioma, el fuego transparente que arde en ellas sin consumirse desde hace siglos». Respecto a esta traducción pueden consultarse, entre otros, el trabajo pionero de Hernán Loyola, “Neruda traduce a Shakespeare”. En Unión año V, núm. 4 La Habana. Diciembre 1966, y el notable trabajo de Darío Ulloa Cárdenas “Romeo y Julieta según Neruda. Significado actual”, (Escritores.org, en línea).

Respecto a la traducción de los poetas rumanos, la especialista Grabriele Capraroiu ha publicado dos estudios: “Neruda traductor: el ejemplo rumano”, en Escritural, Ecritures d’ Amérique latine. Neruda: discurso poético, escritura e intertextualidad, Nº 1 mars 2009 CRLA. Archivos (se trata de un número dedicado a los estudios nerudianos), y “Neruda traductor: 44 poetas rumanos (1967)”, en Nerudiana núm. 5, agosto 2008. Santiago de Chile. Tanto en el caso de Romeo y Julieta como en los 44 poetas rumanos se comprueba la idea de traducción como rescritura, así por ejemplo, Ulloa, que consultó el ejemplar usado por Neruda, afirma que llegado un momento, Neruda deriva de la traducción a la recreación: “el poeta acalló al traductor y reemplazó al autor”, el propio Neruda parece estar conciente de ello y en las “Palabras del traductor” de 44 poetas rumanos afirma: “pido perdón por cuanto sus poemas hayan perdido fuerza esencial o gotas de ámbar al cambiarlos de vaso. Pero sabrán, lo creo, que puse mucho amor en el trabajo, siempre inconcluso, de traducir poesía. (O.C. Tomo V. Pág 135) (Como la traducción de este libro no se ha incorporado aún en las Obras Completas, este Prólogo figura bajo el nombre de “Poetas de la Rumania florida”).

Con motivo del centenario de la muerte de Charles Baudelaire, la revista Árbol de letras publicó la traducción nerudiana de “El enemigo” (poema X de Spleen e Ideal de Las Flores del mal) en su primer número de diciembre de 1967. Al pié del texto se consigna: “Del Homenaje a Charles Baudelaire que publicará el Boletín de la Universidad de Chile en su número 79”. Selena Millares (2008) ha señalado que el soneto baudelaireano fue traducido “bastante libremente” por Neruda. Concordamos con su opinión, no obstante, la preocupación de Neruda parece haber sido conseguir un ritmo similar al original, aunque en ese empeño y tal vez por eso mismo se generan variantes relevantes de aspectos semánticos. Así, traducir “fruits vermeils” por “frutos incitantes” supone el funcionamiento de una figura en la que el fruto bermejo (maduro, en sazón) es reconocido como apetecible (incitante). Tal vez lo que resulta más libre en la traducción es la inclusión de un término que no figura para nada en el original: “Et qu’il faut employer la pelle et les râteaux”.

Neruda califica estas palas y rastrillos de “poderosas”, pero además añade terminando el verso anterior y para generar la rima del cuarteto, “azadas”, que no son herramientas que sirvan para juntar de nuevo las tierras inundadas y que a mi juicio solo está al servicio de asociar el soneto baudelaireano con el conocidísimo “Fue sueño ayer” de Quevedo -poeta admirado por Neruda como lo demuestra su ensayo “Viaje al corazón de Quevedo”- , cuyo terceto final dice: “azadas son la hora y el momento / que, a jornal de mi pena y mi cuidado / cavan en mi vivir mi monumento”. A partir de esta asociación se entiende que en la lectura de Neruda, “el oscuro enemigo” (sin la mayúscula del original “l’obscur Ennemi”) aluda a la muerte, aunque en otras lecturas lo sea el dolor, el tiempo, y también Dios (esta última posibilidad sustentada por la isotopía Jardín [fruto prohibido-idea] – tierras inundadas [Diluvio]- místico alimento. Sin duda que entender el enemigo directamente como la muerte, explica por que Neruda propone como traducción para “qui nous ronge le coeur”, “que nos va desangrando”, dejando de lado la asociación sonora y semántica “mange”, “ronge” (el tiempo [¿Cronos?] “mange” (devora) la vida y el enemigo “ronge” roe el corazón), beneficiando en cambio la oposición “desangrando” (“sangre perdida”) frente a “crece y se fortifica”, para dar un estatuto activo a la muerte que llevamos dentro.

Lo que interesa en todo caso es indicar que para Neruda la traducción, en tanto acto poético que instala una zona de contacto donde ocurre el deseo de conocer al otro, como en la amistad, en la reciprocidad que se postula para aprender los modos en que el otro imagina el mundo y con ese saber entrar en diálogo a fin de aproximarse a aquello que sea la esencia del otro, proceso en el cual, a su vez, se ponen de relieve las diferencias y propensiones del traductor. La traducción como una forma de la amistad que practica Neruda o como una forma de la intertextualidad poética, es entonces siempre una tarea en curso, que exige cada vez replantearse un saber. En una pequeña crónica escrita por Neruda en el año 1970 agradeciendo el envío de unos textos de la escritora bilingüe, rusa y francesa, Elsa Triolet (esposa de Louis Aragon) confiesa que se había iniciado como traductor de Marcel Schwob: “Dos libros he recibido de Elsa Triolet, casi al mismo tiempo. Una novela: El ruiseñor se calla al amanecer. El otro es La mise en mots. No sé cómo traducir este título. ¿El ajuste, la presentación de las palabras? Es algo más que eso este libro” (“Un libro de siete colores”. Ercilla Nº 1814, 25.3.1970. En O.C. Tomo V. p. 276). Cada libro a traducir es siempre algo más.

Notas:
1 Respecto a esta traducción, Loyola, en nota incluida en O. C.IV, p 1444, afirma que “Neruda mismo -que no leía alemán- ha declarado que lo tradujo del francés, seguramente de lo que creo sea la primera edición del libro en esa lengua y que apareció justo ese año, que fue también el año de la muerte de Rilke: Les cahiers de Malte Laurids Brigge, traducción de Maurice Betz, París, Emile Paul Editeur, 1926. O quizás de alguna anticipación o publicación fragmentaria en una revista.

2 Esta traducción no ha sido incluida aún en la edición de Obras Completas (Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores. Barcelona 2002), a cargo de Hernán Loyola.

Bibliografía básica sobre Neruda como traductor y otros textos citados.
Căprăroiu, Gabriela (2009). “Neruda traductor: el ejemplo rumano”. Escritural 1. CRLA. Archivos, marzo de 2009.

Căprăroiu, Gabriela (2008). “Neruda traductor: 44 poetas rumanos (1967)”, en Nerudiana núm. 5, agosto 2008.

Jiménez, Juan Ramón (1942) Españoles de tres mundos. Buenos Aires: Losada.
Loyola, Hernán (2002). “Notas”, Pablo Neruda, Obras completas. Nerudiana dispersa II Barcelona: Galaxia Gutenberg,

Millares, Selena (1993) “Neruda traductor” Boletín de la Fundación Pablo Neruda. Primavera de 1993.
Millares, Selena (2008). Neruda, el fuego y la fragua: ensayo de literatura comparada. Salamanca: Ediciones de la Universidad de Salamanca.

Neruda, Pablo (1967). “Palabras del traductor”, 44 Poetas rumanos, trad. Pablo Neruda, Buenos Aires: Losada, 1967.

Neruda, Pablo (2002). Obras completas V. Nerudiana dispersa II. 1922-1973. Edición de Loyola, Hernán. Barcelona: Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.

Predmore, Michael P. (2004) “Imágenes y visiones apocalípticas en Residencia en la tierra y Canto general: de Revelación a Revolución en la poesía de Pablo Neruda” Revista Chilena de Literatura Nº 65. Noviembre 2004.

Spivak, G. (1993) “The Politics of Translation.” Outside in the Teaching Machine. Londres: Routledge.

Ulloa Cárdenas, Darío. “Romeo y Julieta, según Neruda. Significado actual”. http://www.escritores.org/index.php/recursos-para-escritores/colaboraciones/3726-romeo-y-julieta-segun-neruda

Ulloa Cárdenas, Darío (1997) “Neruda, humilde traductor”. Atenea nº 476. Segundo semestre.

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