miércoles, 3 de septiembre de 2014

Nuevos motivos para desconfiar de la RAE y no usar sus diccionarios tendenciosos

El 24 de mayo pasado, Gemma Aguilera publicó el siguiente artículo en NacióDigital.cat. Pueden entenderse aquí algunas de las razones por las cuales este diccionario poco confiable merece nuestro mayor desprecio.

La RAE define un nuevo régimen
social y económico en España

 El Estado del bienestar ya no «luchará contra las injusticias de la economía de mercado», los bancos no serán «establecimientos de crédito» sino entidades dedicadas a la especulación financiera, y el dinero negro será, de ahora en adelante, «sucio». La actualización del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que será válida a partir de octubre de 2014, establece cambios sustanciales en conceptos clave que definen el modelo económico y social del Estado español que tendrán efectos en la administración de justicia –el diccionario de la RAE es una referencia legal a la hora de dictar sentencias [en los países hispanohablantes]– y en la atribución de responsabilidades de los gobiernos en la administración de los presupuestos públicos.

Los académicos de la RAE han introducido miles de enmiendas y adendas a la edición del DRAE de 2001, algunas de carácter ideológico y jurídico que pueden tener una incidencia negativa en el proceso catalán . Pero también se detectan otras modificaciones que parecen hechas a medida para justificar un nuevo régimen social y económico marcadamente neoliberal, en que el Estado se verá legitimado para abdicar de algunas de sus funciones de protección social y el sistema bancario se centrará más en la especulación financiera que en la misión de hacer llegar crédito a la economía productiva.

El cambio más sustancial, por su trascendencia en la vida cotidiana de los ciudadanos, es la definición de Estado de bienestar. Si hasta ahora la definición de la RAE admitía que las reglas del libre mercado pueden tener efectos negativos en el principio de igualdad y justicia –sistema social de organización en el que se procura compensar las deficiencias e injusticias de la economía de mercado con redistribuciones de renta y prestaciones sociales otorgadas a los más favorecidos–, la nueva definición suprime la referencia a la economía de mercado y convierte al Estado del bienestar en una acción de carácter caritativo : «Organización del Estado en que este tiende a procurar una mayor distribución de la renta y mayores prestaciones sociales para los más desfavorecidos».

El nuevo DRAE recogerá la acepción «caja B», un concepto últimamente muy recurrente, pero en cambio suprimirá de sus páginas la referencia a dinero negro, que definía como «dinero obtenido ilegalmente, o bien que no se declara a la Hacienda pública». Ahora el dinero negro será «dinero sucio», y sólo hará referencia a «dinero que no se declara a la Hacienda pública», sin que aparezca el la acepción «obtenido ilegalmente».
También sorprenden los cambios en la definición de banco, porque desaparece la palabra crédito. Una supresión nada inocente si se tiene en cuenta que la concesión de créditos ha sido históricamente la principal función de las antiguas cajas de ahorro y los propios bancos . Así, un banco pasa de ser «un establecimiento público de crédito, constituido en sociedad por acciones», a «una empresa dedicada a realizar operaciones financieras con el dinero procedente de sus accionistas y de los depósitos de sus clientes» . Entonces, ¿un banco no concederá nunca más un crédito y sólo se dedicará a la especulación financiera?

Del mismo modo, la entrada «banca» sufre una modificación para hacerla coherente con la de «banco», y si ahora se define como «el conjunto de entidades que tienen por objeto básico facilitar la financiación de las diferentes actividades económicas», es decir, conceder créditos, a partir de octubre la banca significará« actividad económica de operaciones financieras que se realiza mediante los bancos».

Las hispanistas Silvia Senz y Montserrat Alberte siguen analizando a fondo las modificaciones que la RAE está haciendo de su diccionario, que como se puede comprobar, no siempre tienen una justificación estrictamente académica.

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