viernes, 13 de febrero de 2015

Un ensayo sobre las traducciones del "Ulises" (II)

Segunda parte del artículo publicado en 2002 por el escritor y traductor español Eduardo Lago sobre las traducciones de Ulises, de James Joyce.

El íncubo de lo imposible (II)


EL ÍNCUBO DE LO IMPOSIBLE
«Escribir bien –afirma José Ortega y Gasset en Esplendor y miseria de la traducción– consiste en hacer continuamente pequeñas erosiones a la gramática, al uso establecido, a la norma vigente de la lengua». En el caso del Ulises, este rasgo adquiere tal prominencia que se convierte en el distintivo de la novela, pero no es necesario tener en mente un caso así para encarecer la extraordinaria dificultad que entraña toda traducción literaria. Prácticamente todos cuantos han escrito sobre el asunto concuerdan en que traducir es un empeño al borde de lo irrealizable, pese a lo cual no queda más remedio que acometerlo, pues se trata de una función cultural indispensable. En el ensayo a que acabamos de aludir, Ortega caracteriza el acto de traducir como el íncubo de lo imposible, y subraya la naturaleza paradójica en que consiste la misión del traductor, diciendo: «No es una objeción contra el posible esplendor de la tarea traductora declarar su imposibilidad» (10). El texto es de 1948, y a diferencia de lo ocurrido con sus ideas sobre la novela, resulta de una actualidad sorprendente. Ortega se adelanta en casi medio siglo a algunos de los planteamientos más recientes formulados desde la flamante disciplina conocida como translation studies (11). La convergencia más llamativa, quizás, es el carácter central que se concede a un ensayo de Friedrich Schleiermacher titulado «Sobre los distintos métodos de traducir» (1813). Schleiermacher plantea una serie de dicotomías que desembocan en lo que considera la alternativa esencial que presenta toda traducción. Ortega la resume así: «O se trae al autor al lenguaje del lector o se lleva al lector al lenguaje del autor».

El dilema que plantea Schleiermacher nos sitúa en el centro de una polémica que dura desde que se tiene constancia de la actividad de traducir hasta hoy: la eterna disputa entre literalidad y literariedad, entre el ideal de belleza y la exigencia de fidelidad. En la actualidad, muchos especialistas en translation studies vuelven con carácter casi obsesivo a uno de los textos más sugerentes jamás escrito en torno al problema de la traducción: el prólogo de Walter Benjamin a su versión de los Tableaux parisiennes de Baudelaire (1923). Tan breve como enigmático, y no exento de un aura mística, rebosa ideas que merecen honda consideración. Benjamin entiende la traducción como una continuación necesaria del original, no como una actividad subsidiaria. Al crítico alemán le parece que lo que identifica a una mala traducción es su preocupación porservir al lector transmitiendo el sentido del original. «La verdadera traducción es diferente. Se preocupa menos por el significado que por el lenguaje y la forma. Una traducción auténtica ha de ser transparente, como el Sófocles de Hölderlin: no debe tapar el original, sino que debe permitir que el lenguaje puro brille a través de ella».

En After Babel (1975), George Steiner examina una amplia gama de problemas relacionados con la filosofía del lenguaje y lo que él denomina filosofía de la traducción. El ideal de traducción que viene a postular Steiner está sólidamente anclado en formulaciones de Benjamin Lee Whorf, Edward Sapir, y antes de ellos Wilhelm von Humboldt y otros pensadores del romanticismo alemán. Para Steiner, la supuesta imposibilidad de traducir sería un caso particular de la incapacidad del lenguaje para expresar ciertos aspectos de la realidad. Lo intraducible es un caso especial de lo inefable. En un ensayo posterior, Un arte exacto, Steiner subraya la idea de que lenguaje y traducción son operaciones antagónicas. A la hora de efectuar una traducción entre dos lenguas, no cree que sea posible llevar a cabo una transferencia completa: concede que el trasvase de energías semánticas es siempre posible, pero señala (recordando a Quine) el carácter indeterminado de toda traducción. En más de un sentido, Steiner se mueve en una órbita idealista no muy lejana de los planteamientos de Walter Benjamin, quien creía que traducir era posible precisamente gracias a la existencia de un lenguaje puro, distinto y superior a las realizaciones concretas que son los lenguajes naturales, y del que tanto la obra original como sus diversas traducciones no serían sino manifestaciones parciales. De manera en el fondo no muy distinta, Steiner proclama que «el original engendra la traducción y debe preservar su poder generativo». El último sentido de toda traducción estriba en reponer algo que ya estaba. Según Steiner, «una gran traducción confiere al original lo que ya estaba ahí». En este sentido, una traducción es una restitución, una reposición.

EL MANTO DE PENÉLOPE
Hasta la fecha se han efectuado tres versiones del  Ulises al español, separadas entre sí, de manera aproximada, por la distancia de una generación. La primera (Buenos Aires: Rueda, 1945), la realizó José Salas Subirats; la segunda (Barcelona: Lumen, 1976), José María Valverde; la tercera (Madrid: Cátedra, 199912) es labor conjunta de Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas. Es mérito de Salas Subirats el haber abierto el camino, y de hecho, su influencia sobre las traducciones subsiguientes es muy considerable. La traducción de Valverde fue inicialmente saludada como un gran logro, pero no tardarían en surgir las objeciones, sobre todo en el sentido de las libertades que se tomaba el poeta con el texto de Joyce. La versión de Tortosa-Venegas llega envuelta en un aura de dignidad académica, y la supuesta autoridad de ser la más a tono con los tiempos. Conviene matizar esta última observación: debido a la revisión y puesta al día de las dos primeras traducciones, el lector en lengua castellana tiene hoy a su alcance tres versiones que no es exagerado considerar contemporáneas. El texto de Salas Subirats aquí examinado, data de 1996, y lo publicó Planeta en 1999. Por otra parte, manejo la versión revisada de Valverde (Lumen/Fábula/Tusquets), cuya primera edición data de 1994. A modo de primera aproximación, opto por seguir un método en buena medida descriptivo, efectuando nueve calas microtextuales en zonas distintas del idiolecto joyciano. Pretendo involucrar en el proceso al lector, convencido de que, a la postre, dictar sentencia acerca de cuál sea la mejor dependerá, en no poca medida, de cuáles sean nuestros prejuicios (los del lector y los míos), acerca de lo que entendemos por una buenat raducción; cuál es nuestra posición respecto al dilema de Shleiermacher; cuál nuestro nivel de tolerancia respecto a las inevitables transgresiones en que se ve forzado a incurrir cada traductor.

1. Juego políglota

JJ: Muchibus thankibus.

SS: Gracias muchibus.

JMV: Muchibus gracibus.

T-V: Gracibus muchibus.

En este ejemplo, Joyce mezcla el español, el inglés y el latín. Las tres traducciones arriban a soluciones prácticamente intercambiables. SS no modifica el vocablo castellano gracias; las otras le añaden la desinencia del ablativo latino. Todas coinciden en eliminar de su versión la presencia del inglés, de modo que, aunque en el texto original hay un juego trilingüe, en las traducciones se rebaja a bilingüe. Se me ocurre que la mejor manera de tratar el original hubiera sido trasladarlo tal cual (en fin de cuentas, muchibus thankibus no es inglés, y es perfectamente reconocible), añadiéndole tal vez acentos: Múchibus thánkibus.

2. Traslaciones en el plano oracional: dos casos

JJ: The door was darkened by an entering form.

SS: El hueco de la puerta se oscureció por una forma que entraba.

JMV: El hueco de la puerta se ensombreció con una figura que entraba.

T-V: La puerta se oscureció con una silueta que entraba.

No se aprecian diferencias de relieve entre las tres versiones, salvo la variación cuasi sinonímica entre forma (evidentemente la más próxima al original), figura y silueta. Aquí, como en casi todo el texto, parece operar una suerte de ansiedad de influencia. Sólo la última versión se deshace de la explicación adicional que aporta el hueco.

JJ: Old and secret she had entered from a morning world, maybe a messenger.

SS: Vieja y misteriosa, venía de un mundo matutino, tal vez como un mensajero.

JMV: Anciana y secreta, había entrado desde un mundo mañanero, quizá mensajera.

T-V: Vieja y arcana había entrado desde un mundo matutino, tal vez mensajera.

Se aprecia aquí el mismo tipo de variación sinonímica. JMV «dignifica» vieja, y a su vez, T-V lo retoman. SS «manipula» el término inglés  secret, traduciéndolo por misteriosa; JMV «pone las cosas» en su sitio, volviendo por los fueros de la literalidad, y cuando les toca el turno a T-V, optan por restaurar la pequeña infidelidad de SS, recurriendo a arcana, sinónimo de  misteriosa.

3. Neologismo por aglutinación

JJ: The ghost walks, professor MacHugh murmured softly, biscuitfully to the dusty windowpane.

SS: El duende que camina –murmuró quedamente el profesor MacHugh, con la boca llena de bizcocho, al polvoriento vidrio de la ventana.

JMV: El espectro avanza –murmuró el profesor MacHugh suavemente, rebosando galleta, hacia el polvoriento cristal de la ventana.

T-V: El espectro avanza repartiendo pasta, murmuró el profesor MacHugh suavemente, de galletas lleno al polvoriento cristal de la ventana.

SS: vuelve a tomarse una ligera licencia, y traduce  ghost  fantasma o  espectro) por duende. Como ocurrió en la frase anteriormente comentada, SS opta por la fidelidad, y en esta ocasión T-V deciden seguirlo. En cuanto al vocablo inventado por Joyce, el adverbio  biscuitfully, creado a partir del sustantivo biscuit (galleta), hay variedad en las soluciones.

SS elimina toda huella de la transgresión lingüística original, aclimatándola por medio de una paráfrasis en la que la galleta (dando un salto dentro del mismo campo semántico) se convierte en bizcocho.

JMV se mantiene semánticamente fiel al original, y aunque recurre a una paráfrasis, la suya es más sintética que la de su antecesor. T-V optan por importar el efecto original con un adjetivo de fabricación propia. (A título de observación personal, se me ocurre que aún más fiel a la transgresión de Joyce hubiera sido el adverbio  galletosamente). Me pregunto qué pensarán los lectores de la expresión  repartiendo pasta, que incorporan T-V.

4. Permutaciones en rima consonante

JJ : RHYMES AND REASONS
Mouth, south. Is the mouth south someway? Or the south a mouth? Must be some. South, pout, out, shout, drouth. Rhymes: the two men dressed the same, looking the same, two by two.

SS : RIMAS Y RAZONES
Boca, toca. ¿Está en alguna forma boca en toca? ¿O la toca una boca? Debe de haber algo. Boca, coca, foca, loca, poca. Rimas: los dos hombres vestidos en la misma forma, de igual aspecto, de dos en dos.

 JMV : RIMAS Y RAZONES Boca, roca. ¿Es la boca una roca de alguna manera? ¿O la roca una boca? Roca, loca, oca, toca, choca. Rimas: dos hombres vestidos igual, con igual cara, de dos en dos.

T V : RIMAS Y RAZONES RAZONADAS
Boca, soca. ¿Es la boca algo soca? ¿O la soca una boca? Algo debe [de] haber. Soca, ñoca, toca, bloca. Rimas: dos hombres vestidos iguales, que parecen iguales, de dos en dos.

Una vez más, no se aprecia sino una extraordinaria similitud en el orden de las soluciones, junto con el comprensible afán por distinguirse de los demás. El juego de Joyce descansa sobre la proximidad de mouth  y Routh  (boca  y sur). Joyce despliega una cadena de vocablos que, además de rimar con el binomio inicial, se mueven en el campo semántico del primero. Todos los elementos de la serie  pout (puchero); out (fuera); shout (grito); drouth (sequía en el idiolecto joyciano) guardan una relación con mouth: con la boca se hacen pucheros, proyectando los labios hacia fuera; de allí salen gritos; y, por último, la boca se puede quedar seca. Los tres traductores se limitan a crear una cadena de rimas consonánticas con elementos elegidos arbitrariamente. Posiblemente por descuido, JMV no traduce la frase Must be some. En cuanto a las series de vocablos, la de SS ofrece un rango de significaciones fácilmente reconocibles e incluye un adjetivo. JMV incluye una forma verbal y un equívoco (toca  puede ser forma verbal o sustantivo) en la serie de sustantivos, y TV escogen algunos términos sin referente semántico, cosa que no hace Joyce:  ñoca, bloca. Comentario aparte merece el término toca, ocurrencia sin duda válida, pero totalmente gratuita, de SS. JMV le da cabida en su serie, y T-V lo mantiene exactamente en el mismo lugar: ello evidencia el (por otra parte lógico) interés con que cada versión estudia a la(s) precedente(s), con un consiguiente efecto de uniformización adicional. No acabo de entender la modificación aparente de T-V en «razones razonadas».

5. Juego de palabras 

JJ SS Punkt Punkt
Leftherhis Ledejósu Secondbest Vicemejor Bestabed LechomejorSecabed Vicelecho Leftabed Dejólecho Woa! ¡Caray!

JMV T-V Punkt Punkt  Ledejosu Ledejosu segundaca segundama camagunda ledejosu gundacama mejorcama dejocama seguncama Dejocama ¡So! ¡Sooo!

En inglés, juego de palabras es pun. Joyce le transfiere una significación insólita, pero identificable al añadir la k: punk, y destruye (parcialmente) el efecto al desfigurar el vocablo con una  t  adicional. Ninguna versión intenta traducir el título, y en cuanto a la solución del contenido, responde al esquema de variaciones poco significativas. El lector juzgará qué versión es más lograda. Es obvio que la primera marca la pauta, JMV desarrolla un juego lingüístico más ágil y T-V quizá aún más musical, para lo que necesitan añadir un verso. La diversidad de traducciones de la interjección es puramente aleatoria.

6. Aglutinaciones y condensaciones

JJ: Then?
He kissed the plump mellow yellow smellow melons of her rump, on each plump melonous hemisphere, in their mellow yellow furrow, with obscure prolonged provocative melonsmellonous osculation.

SS: ¿Entonces?
Besó los redondeados sazonados amelonados cachetes de sus nalgas, deteniéndose en cada redondeado melonoso hemisferio, en su blanco surco profundo con una oscura prolongada provocativa melonmeloneante osculación.

JMV: ¿Y luego?
Besó los gruesos blandos amarillos aromáticos melones de su trasero, en cada grueso hemisferio melonoso, en su blando amarillo Ysurco, con oscura prolongada provocativa melonaromática osculación.

T-V: ¿Después?
Besó los ambarinos melones orondos serondos odoranteserondos de sus nalgas, en cada orondo hemisferio meloso, en el surco serondo ambarino, con un ósculo oscuro prolongado provocante melodorantemeloso.

Comento sólo algunas diferencias. SS traduce mellow por sazonados (fruto en sazón = maduro). JMV prefiere blandos y T-V, con su habitual predilección por los vocablos desusados, serondos (tardío, aplicado a un fruto). Cachetes (SS) es una «normalización» de melons, licencia en la que no incurren los otros traductores. Asimismo, el gerundio deteniéndose (SS) tiene una finalidad explicativa y le quita a la frase original una inmediatez que se conserva en las otras versiones. En mi opinión, T-V logran el mejor efecto melódico, y también el más audaz. Hay un logro particular por parte de JMV: la Y de  Ysurco  funciona ideogramáticamente: la forma de la letra semeja la del surco interglúteo.

7. Juego de palabras en contexto: La rosa de Castilla13

SS: Lenehan protestó extendiendo las manos.
–¡Pero mi adivinanza! –dijo––.
¿Cuál es el país que tiene más hoteles?
–¿Qué país? –preguntó inquisitivamente la cara de esfinge del señor O'Madden Burke.
Lenehan anunció triunfante:
–Suiza: ¿No se dan cuenta?: la patria de Guillermo-hotel. ¡Caramba!

JMV: Lenehan extendió las manos protestando.
–Pero ¿y mi adivinanza? –dijo–. ¿Cuál es la ópera que se parece a una línea férrea?
–¿Ópera? –la cara de esfinge del señor O'Madden Burke readivinó. –The Rose of Castille. ¿Comprenden la cosa? Rows of cast steel, hileras de acero fundido. ¡Je!

T-V: Lenehan extendió las manos en protesta.
–¡Pero y mi acertijo! dijo. ¿Qué ópera es como un árbol florido? ¿Ópera? la cara de esfinge de Mr. O'Madden Burke redobló. Lenehan anunció alegremente:
La rosa de Castilla. ¿Ven el truco? Rosa de castilia. ¡Diantre!

El punto de partida aquí es una peculiaridad lingüística del inglés que no puede darse en español: una serie fónica que admite dos transcripciones con significados completamente dispares. Rose of Castille (rosa de Castilla) y rows of cast steel (hileras de acero fundido, en la versión de JMV). En este caso, las tres traducciones divergen. SS opta por crear un equívoco equivalente en castellano. JMV elige ofrecer la solución transcribiendo los dos términos del equívoco en inglés. T-V optan por una solución hermética y forzada, extrayendo del diccionario dos vocablos ajenos al uso común:cas (cierto árbol de Costa Rica, de fruto semejante a la guayaba, pero ácido, que se emplea para hacer refrescos, y de buena madera) y  tilia (en algunos sitios,  tilo).

Tras las calas microtextuales, el paso siguiente consistió en efectuar un contraste interlineal, yuxtaponiendo renglón a renglón, cláusula a cláusula, las distintas soluciones, al uso de ciertas traducciones bíblicas. Para ello, elegí dos muestras de signo antitético. De un lado, el comienzo del capítulo 13 (Nausicaa), donde, sirviéndose de una prosa poética de corte clásico, Joyce efectúa una bellísima descripción del amanecer en el mar. En el extremo opuesto, una muestra de melopeiaen estado puro, dentro de la técnica que el autor bautizó como fuga per canonem. El primer contraste interlineal me hizo llegar a tres conclusiones: a) en aquellos fragmentos en los que lo narrativo prima sobre la música verbal, no se constatan grandes diferencias en cuanto a estrategias de traducción; b) por lo que se refiere a la calidad de la lengua, tampoco me parece que ninguna versión sea claramente superior a las demás de manera sostenida; c) tampoco encuentro que, en lo que se refiere al criterio de fidelidad, difieran significativamente los tres textos. Rescato un ejemplo de la cala musical:

SS: Tintín gritó al bronce con lástima.

JMV: Tinc clamó a Bronce compasiva.

T-V: Tilín clamó por bronce con pena.

Quise luego observar el texto desde una distancia mayor, examinando fragmentos más extensos, contrastando entre sí el efecto de conjunto de las distintas versiones, teniendo el original como una presencia efectiva, pero lejana. En primer lugar aislé el capítulo 14, donde Joyce acumula pastiches y parodias de la historia de la literatura en inglés. Mientras que SS y JMV (diferencias menores aparte), se hacen sólo un leve eco de lo que acontece en el original, T-V, animados por un paciente escrúpulo filológico, traducen períodos de inglés antiguo por equivalentes históricos en castellano:

SS: El bebé aún no nacido era feliz.

Dentro del vientre era ya objeto de culto.

JMV: Aún no nacido niño nadaba en ventura. En vientre obtuvo veneración.

T-V: Ant nascencia el ninno dicha aue. Adientro del uientre veneracion el retouo.

SS: opta por la legibilidad; JMV prefiere distorsionar la sintaxis; con mentalidad de filólogos, T-V nos llevan a nuestro pasado medieval, solución sin duda interesante, pero no por ello menos arbitraria.

A lo largo del proceso, al ir aumentando el número de calas, hallaba que las mejores soluciones se alternaban con regularidad entre los tres traductores. El cotejo, por fin, de varios monólogos de Molly Bloom, acabó por desdibujar la distancia entre las tres versiones, produciendo el espejismo de un texto híbrido: aunque de cerca había diferencias –a veces llamativas–, de lejos, la mella que cada una de ellas hacía en el acto lector era uniforme; extrañamente, las voces tendían a fundirse. Ello me llevó a despejar algunos prejuicios asociados con cada traducción: 1) En líneas generales, no considero a la versión de Salas Subirats inferior a las que le sucedieron, aunque sí se podría caracterizar como la más tradicional e intuitiva. En algunos momentos, domestica en exceso el original,  descafeinando  el lenguaje de Joyce, por medio de paráfrasis explicativas, pese a lo cual no son pocas las veces en que da con las mejores soluciones, como en el caso de  La rosa de Castilla. 2) Con los riesgos que comporta, la versión de Valverde es la más imaginativa. No sé hasta qué punto ello guarda relación con el hecho de que fuera poeta, pero sí considero importante matizar que, pese a la naturaleza eminentemente poética de muchas partes del texto, la versión de JMV no siempre evidencia una superioridad sobre los logros de los rivales en este campo. 3) Por último, no considero que la versión que apadrina la editorial Cátedra, aun viniendo apuntalada por un despliegue de criterios filológicos teóricamente más modernos que los de los antecesores, sea, en virtud de tal supuesto, automáticamente la mejor, aunque muy probablemente será más del gusto de paladares academizantes.

Quede claro, en todo caso, que en mis consideraciones sólo pesa la fuerza de los textos al desnudo: las introducciones, los aparatos de notas y demás (presentes en las tres ediciones) son instrumentos sin duda de gran utilidad, pero no dejan de ser apéndices. En fin de cuentas, si Joyce prefería ocultarlo, es porque soñaba con un lector a merced de la magia de su texto (y viceversa). Al final del cotejo, una intuición de Walter Benjamin que siempre me había resultado nebulosa había adquirido una sorprendente precisión: la idea de que el original encierra en sí todas sus posibles versiones. Las tres que existen en español brotan con fuerza del texto primigenio, erigiéndose cada una como un edificio sólidamente cohesionado, en el que se trasluce eficazmente la belleza de aquél. Extrañamente, cada una a su manera, pese a errores, omisiones, manipulaciones y añadidos, las tres son el Ulises. Honestamente, no considero que ninguna versión sea globalmente superior a las demás14. Las tres me parecen proezas impagables; a través de cualquiera de ellas se trasluce el pálpito de aquello a lo que Benjamin se refiere cuando habla del lenguaje puro, aquella instancia superior e inalcanzable de la que son emanaciones tanto el original como la suma de sus posibles versiones. Con ello no quiero decir que no existan traducciones de mala calidad. Al contrario: una proporción alarmante de las que hay al uso en nuestro mercado editorial me parecen pobres, torpes, deplorables. El lenguaje que utilizan, más que revelar, desfigura, llegando a veces a ocultar el valor de la obra original. No es el caso de las tres que aquí comento. Quien sienta la necesidad de proclamar una versión como la mejor, aquí encontrará un punto de partida en el que basar su veredicto. La decisión pondrá en evidencia, más que nada, a qué ideal de traducción se adscribe cada cual.


Notas:
10. Walter Benjamin expresa una idea muy semejante en La tarea del traductor: «Hay que tener en cuenta latraducibilidad de las creaciones lingüísticas, aunque los humanos no sean capaces de llevar a cabo tal tarea». 

11. El término lo acuñó James Holmes en 1972. 

12. Desavenencias entre la editorial y los herederos de Joyce retrasaron la distribución por espacio de más de un año. 

13. Por motivos de espacio, en éste y en los ejemplos siguientes, dejo de reproducir el original, contrastando las diferentes versiones entre sí. 

14. La idea del resultado global es importante. Un contraste microtextual de las tres versiones, como se hace aquí, de manera salteada, permite hacerse una idea de cómo opera cada traductor, pero impide disfrutar del texto. Cuestiones como las jergas locales, los tacos, las alusiones inexportables a otros ámbitos, etc., son sencillamente intraducibles y desembocan necesariamente en errores, arbitrariedades y manipulaciones. Si se contempla el texto muy de cerca, se pierde perspectiva. 


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