martes, 6 de octubre de 2015

María José Furió con Effi Yannopoulou (II)

Segunda y última parte de la entrevista realizada por la narradora y traductora española María José Furió a la traductora griega Effi Yannopoulou 

Entrevista con Effi Yannopoulou, 
traductora de español y francés al griego (II)

(viene de ayer)

La crisis griega y la cultura del Sur
–Cuando coincidimos en Arles, en 2008, la crisis económica apenas empezaba. Recuerdo que comentamos que, igual que en España, en Grecia se reproducían ciertos clichés –como la escritora guapa pero de baja calidad que se vendía antes a sí misma como producto que un contenido literario, y la influencia norteamericana dominante. Conforme se ha agravado la crisis económica, tú has evolucionado hacia una implicación política directa. ¿Cómo diste este paso, en qué consiste, qué perspectiva le ves a la situación de tu país?
–Bueno, con la crisis muchas cosas cambiaron, mejor dicho, todo cambió en la sociedad griega. No es solo que la mayoría de la gente se vio mucho más pobre e insegura, que el paro alcanzó un nivel tremendo (un 30% por ciento está en paro, y entre los jóvenes el porcentaje llega hasta 60%), es también que casi toda la gente se implicó más en política. La gente habla mucho de política estos años. Y cambió mucho el discurso público. Después de un período en que toda el mundo se interesaba por cosas superfluas, consumismo y bienestar, de repente vio amenazadas las condiciones materiales y elementales de su vida cotidiana, perdiendo derechos laborales y otros. Las políticas de austeridad han ido acompañadas siempre de represión y de violencia por parte del Estado. Y vimos de una parte un partido de izquierdas que aumentaba sus porcentajes electorales, y ahora está en el gobierno (la historia del primer gobierno de Syriza y del memorándum que se vio obligado a firmar con las instituciones europeas es archiconocida); y al mismo tiempo, un partido nazi [Amanecer Dorado] entró en el Parlamento y ahora ocupa la tercera posición en dos elecciones consecutivas. Para mí fue muy importante participar enérgicamente en los acontecimientos de mi país.
Mi implicación empezó en 2008, después del asesinato de un adolescente por un policía. Y poco a poco me interesó más tomar posición, intervenir en el discurso público. Así, un grupo de amigos, en diciembre de 2011 fundamos una revista política, Unfollow, con artículos de opinión y reportajes, claramente de izquierdas. La revista tuvo éxito desde el primer número, la verdad es que ni nosotros creíamos al principio que la sociedad griega necesitaba algo así. Mucha gente nos había dicho antes que sería una catástrofe, que la gente no iba a pagar por una revista, que prefiere internet para informarse. Sin embargo, la revista sobrevive hasta hoy, cuatros años después, y puede pagar a los colaboradores.  Y me da mucha alegría el hecho que también publicamos en cada número un poema y un cuento, sobre todo de gente joven, de escritores surgidos en los últimos años con la crisis económica. Al poco, me hice miembro de Syriza y así me metí en la política-política. Fui candidata al consejo municipal y elegida para la Comisión de Cultura del partido. Bueno, la política me interesa mucho, aunque es algo a lo que nunca imaginé que podría dedicarme. Pero es así la época, y la gente cambia mucho.

–La crisis que ha afectado de manera tan profunda a Grecia, ¿en qué se ha reflejado en términos de publicaciones, de cultura?
–La crisis ha afectado mucho tanto a las publicaciones como en general a la cultura. Primero, en el terreno de las publicaciones disminuyó mucho el número de libros publicados anualmente, y aún más el número de libros traducidos de autores contemporáneos. Para los escritores griegos se ha hecho casi una costumbre la autofinanciación de la edición, sobre todo para los poetas.
Además, las editoriales se han vuelto más cautas en la selección de títulos; prefieren los títulos con más posibilidades de éxito comercial. Hay también efectos positivos; por ejemplo, su fundaron editoriales pequeñas, cooperativas o que pertenecen a personas de la profesión, por ejemplo traductores que están buscando una posibilidad de hacer cosas que les gusten y ganarse la vida con ello. En general, el público ha mostrado mayor interés en leer ensayos, en asistir a presentaciones de libros y charlas políticas, muchas veces ligadas a libros recién publicados. Me parece que la gente, al menos durante los primeros años de la crisis, tenía necesidad de entender qué le estaba pasando. Ahora bien, dinero no hay, el Estado casi no financia la creación artística; los grupos de teatro, orquestas, exposiciones de arte no reciben un euro. Sin embargo, la vida cultural está muy viva, la gente busca maneras alternativas de producir, de presentar sus obras. También hay una tendencia a la privatización la cultura. Fundaciones privadas sin ánimo de lucro poco a poco están adquiriendo un papel dominante en el campo cultural. Pero necesitaría una charla muy larga para explicarlo. Como periodista, durante este periodo he escrito mucho sobre los aspectos del cambio en el mundo de la cultura.

–¿A qué autores en español has traducido desde el inicio de la crisis y hasta hoy? ¿Se refleja esta circunstancia político-económica en la selección de autores?  
–Había dejado durante un tiempo la traducción, o trabajaba menos que antes. En esa época traduje El pasado y Ciencias morales. La segunda novela todavía no se ha publicado porque la editorial no cree en su éxito comercial, y yo no he cobrado ni la mitad del dinero que me deben. Hoy les pregunté si puedo buscar otra editorial y me dijeron que sí. Espero entonces que alguien se interese por publicar la novela de mi amigo Martín. En general, la circunstancia político-económica no se refleja mucho en la selección de autores, aunque sí ha aumentado la publicación de ensayos, también de literatura relacionada con la crisis (por ejemplo, así promocionaron hace poco la editorial y los diarios la novela de Chirbes En la orilla; o, unos años antes, la novela El año del desierto, de Pedro Mairal). Y como dije antes, las editoriales van a lo seguro, no pueden darse el lujo de arriesgar, eso explica lo que me ha pasado con la traducción de Ciencias morales.

–¿La crisis ha afectado a las tarifas o al plazo de pagos? ¿Qué tarifa media se paga por página de literatura? ¿Varía según el género, si es ensayo o novela?
–Sí, la crisis ha afectado mucho a las tarifas y al plazo de pago. La tarifa no varía mucho según el género, pero varía entre editoriales. Aquí la traducción se paga por un folleto de 16 páginas, así se puede encontrar gente que paga menos de 100 euros por 16 páginas, y otra que llega hasta los 200 € o más. Si el plazo de pago había empezado a alargarse ya antes de la crisis en algunas editoriales, ahora es mucho más frecuente la demora. Afortunadamente, algunas pagan a la entrega de la traducción. La rebaja de tarifas algunas veces ha superado el 50%, pero en general diría que se trata de un 20-25% respecto de lo que pagaban antes. Estoy segura de que las tarifas aquí en Grecia ya eran las más bajas de Europa occidental. Tampoco aquí ha habido una respuesta organizada de la profesión. Con el paro que hay, es muy difícil enfrentarse. Además, las medidas para contentar a Europa implican una subida de nuestros impuestos y el dinero que pagamos a la Seguridad Social hace que sea casi imposible ejercer exclusivamente el oficio del traductor. O hay que hacerlo en condiciones mucho peores que antes, y creo que va a reflejarse en la calidad de nuestro trabajo.

–¿Existe en Grecia un organismo de gestión de derechos de autor / del derecho de copia como Cedro? ¿Hay un sindicato o asociación de traductores y, en tal caso, qué tipo de actividades y medidas de defensa de la profesión lleva a cabo?
–Sí, hay un organismo de gestión del derecho de copia como Cedro, pero a mí su funcionamiento me parece poco claro. Yo cobro unos 200 euros anuales, y este año me dijeron que habrá una rebaja a los 100 euros a partir del año próximo. Sé que este organismo tiene muchísimo dinero en el banco, ha comprado un edificio muy bonito para instalarse en el centro de Atenas. En cuanto a la gestión de derechos de autor, no sé muy bien qué pasa. Hay varias asociaciones de escritores, la más prestigiosa es también bastante cerrada, no acepta fácilmente nuevos miembros; sé que aceptan a traductores, pero hablar en Grecia de derechos del traductor suena a broma. No existe algo así. Por supuesto, tiene que ver con el tamaño del mercado, pues muy pocos de los libros que traducimos llegan a la segunda o tercera edición. Recientemente se ha creado un sindicato de traductores, empezamos a fundarlo en 2008, y participé hasta cierto momento. Se creó de manera muy problemática, muy izquierdista, y eso excluía a mucha gente de la profesión. Ahora tiene poquísimos miembros, de modo que no tiene ningún poder para reivindicar nada o para responder a la rebaja de las tarifas o cualquier otro problema de la profesión. Para mí es como si no hubiera sindicato. Además, en los últimos años mucha gente ha abandonado la traducción, porque no podía sobrevivir.

–Siento curiosidad por saber si Grecia mantiene una relación cercana con otras culturas. O,  aunque se trate de idiomas minoritarios –considerando los países de alrededor--, ¿crees que la crisis migratoria tendrá pronto incidencia en la cultura griega y en qué sentido crees que podría ser?
–Grecia siempre tuvo una relación privilegiada con la cultura francesa, y aún hoy la tiene. En los últimos años, el Instituto Francés de Atenas tuvo un director muy interesado por la cultura, y eso favoreció el intercambio entre los dos países, en un período muy difícil para los artistas griegos. También hay una influencia creciente de la cultura anglosajona y una relación tradicional con la literatura rusa, que la gente aquí ama mucho.
Con los idiomas y la cultura de los inmigrantes que ahora viven en Grecia no hay tanta relación, aunque me parece que se están forjando poco a poco vínculos muy fuertes, sobre todo gracias a los inmigrantes de segunda generación, jóvenes que participan de ambas culturas. Me parece que, dentro de unos años, ellos van a enriquecer la cultura griega. En la actualidad, muchos de ellos trabajan en el terreno de la cultura, hay músicos, actores y directores de teatro, bailarines; de momento pocos escritores, pero sí algunos periodistas.

–¿Se vive y se defiende (aún) en Grecia una cultura mediterránea o se da la espalda a esta noción? Si se defiende, cuáles son las iniciativas y qué organismos las gestionan? ¿Participas en ellos?
–Sí, es así, la cultura mediterránea se defiende en Grecia, aún más en estos últimos años, a causa de la crisis, que es percibida como una crisis del Sur europeo. Bueno, hay también una retórica de la derecha o de la centroizquierda europeísta que trata de imponer un modelo de vida más centroeuropeo, pero me parece que no hay mucha gente que lo acepte. Grecia también mantiene vínculos tradicionales con el mundo árabe, con Egipto o con Palestina, por ejemplo. Pero, para ser honesta, no conozco qué iniciativas u organismos defienden la cultura mediterránea. Es posible que haya algunas organizaciones no gubernamentales activas en ese terreno.

–Por último, ¿te has decidido a escribir tus propios textos de ficción?
–Me atormenta mucho la idea de escribir mis propios textos, desde hace muchos años. Es algo en lo que siempre estoy pensando, y de vez en cuando hago esfuerzos por escribir algo propio. Pero me resulta –difícil terminar algo.



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