lunes, 1 de febrero de 2016

Para empezar el año, María José Furió

Una buena manera de empezar este nuevo año del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires es con sendos artículos de la traductora española María José Furió, oportunamente publicados en El Trujamán, en diciembre del año pasado. El primero, para mayores datos, fue subido el 1 de ese mes.

Alegorías de la traducción (1):
El cuerpo esclavo como texto

Con la emergencia de los estudios poscoloniales, una de las corrientes más interesantes de pensamiento surgidas recientemente se refiere al diálogo Sur-Sur, con la introducción de la llamada «World Literature». Uno de los estudios más sugestivos sobre el tema que he descubierto es un trabajo universitario«The Captives are Translated, Attached at the Wrists». A study of Antillean Identities in the works of Édouard Glissant, Maryse Condé and Patrick Chamoiseau, de Amy Wawn, que propone un bien urdido análisis desde la premisa del cuerpo del esclavo como texto trasladado-traducido— desde África a los territorios americanos y desarrolla una analogía coherente entre las distintas fases de la traducción y las del viaje, el período de esclavitud y, por fin, la liberación del esclavo en sus variadas formas. El cuerpo como texto extranjero, texto extraño y extrañado, resistente a su traducción, es decir a su translación al nuevo idioma, el del sometimiento y la esclavitud, el de la pérdida de la identidad original y de los propios rasgos culturales.

Wawn reflexiona sobre la pervivencia de la cultura oral africana en una tradición literaria nueva, contemporánea, la de escritores antillanos que por primera vez abordan el tema de la trata y la esclavitud de sus antepasados, en los idiomas del colono —inglés, francés, portugués, español—, centrándose en los mencionados Patrick Chamoiseau, Édouard Glissant y Maryse Condé.

Arranca del concepto, muy familiar en África, de la Travesía Intermedia (Middle Passage), el triángulo dibujado por la navegación comercial entre Europa, África y las Américas y el Caribe. Los barcos negreros salían de Europa y en la costa oriental de África obtenían esclavos a cambio de productos manufacturados europeos. Los esclavos eran trasladados en condiciones infrahumanas hasta las colonias americanas, donde eran vendidos a cambio de productos tropicales, fruto del trabajo esclavo, principalmente en las plantaciones de azúcar.

La Travesía intermedia, dice, puede entenderse como un acto de «traslación», de «traducción forzada», tanto en sentido físico como metafórico, de las identidades africanas a través del océano Atlántico. «El acto de traslación conlleva tanto una traslación literal de significado o sentido de una lengua a otra, como una transferencia, o incluso una transformación, de objetos físicos, conocimiento, cultura e historia —también de seres humanos— desde una “forma” lingüística, ideológica o física a otra».

La migración forzada de cerca de trece millones de personas desde África para ser esclavizadas implica el traslado de sus historias y de su personal noción del pasado desde la tradición oral a la narrativa histórica escrita de los colonizadores.

La resistencia de los esclavos a su nueva condición adoptó formas como el cimarronaje —o fuga al bosque, a menudo en solitario—, la décharge, un calambre nervioso que afectaba a todo el cuerpo, el silencio o el grito. Esta resistencia ha de considerarse en paralelo a la constante resistencia que opone la historia y la tradición oral antillanas a su traslación a la narrativa histórica escrita por Occidente, las llamadas «narrativas vigentes». El reto que tiene ante sí el escritor antillano créole es la imperativa necesidad de trasladar la cultura ancestral desde su forma oral a la escritura literaria, en el «idioma opresor del colonizador»; urge hacerlo para evitar que la historia de millones de esclavos y de sus descendientes se pierda definitivamente por falta de registros y archivos. En la tradición francesa se echaría en falta una voz de esclavo —no así en la tradición española, donde tenemos a J. F. Manzano, el esclavo-poeta, y al cimarrón Esteban Montejo, voz transcrita por Miguel Barnet—. Lo dijo Walter Benjamin: toda historia del pasado que no sea reconocida por el presente corre el riesgo de desaparecer de modo irreparable. Recrear y apropiarse de su historia es el medio que los antillanos tienen para desarticular unas relaciones desiguales condicionadas por cuatro siglos de esclavitud.


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