miércoles, 30 de noviembre de 2016

"Kleist es un inventor de formas"

En su columna del diario Excelsior, de México, del 25 de junio de este año, Rafael Miranda Bello se ocupa de Michael Kohlhaas, novela breve de Heinrich von Kleist, que comenta el escritor colombiano Juan Cárdenas. Existen numerosas versiones de ese texto; entre otras, las de Andrea Pagni (Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1977), Elena Herrero Álvarez (Barcelona, Caralt, 1977), Felipe González (Madrid, La Gaya Ciencia, 1978), Javier Orduña (Madrid, Nórdica, 2006), María Isabel Hernández González (Madrid, Alba, 2007), Ariel Magnus (Buenos Aires, El Hilo de Ariadna, 2013), etc.

Una justicia aterrorizante

CIUDAD DE MÉXICO. En junio de 1808, el narrador Heinrich von Kleist (Fráncfort del Óder, 1777-Wannsee, 1811) publicó en la revista Phöbus —que había fundado pocos meses antes con el crítico Adam Müller— algunos fragmentos de Michael Kohlhaas, novela corta que para el escritor Juan Cárdenas (Popayán, 1978) es una obra “increíblemente moderna. No se me ocurre ninguna cosa escrita en los últimos 30, 40 años que pueda compararse al Kohlhaas en audacia narrativa”, dice Cárdenas, y menciona cómo llegó a sus páginas: “Acababa de leer Sobre el teatro de marionetas, un ensayo al que siempre vuelvo y que trato de parafrasear y sacudir (como se sacude un guayabo a ver si caen frutas) en muchas cosas que escribo. Entonces pasé al Kohlhaas y me voló la cabeza. Ambos textos comparten un montón de conexiones que he ido descubriendo con los años”. 

Basándose en un episodio histórico del siglo XVI, Kleist narra en Michael Kohlhaasla historia de un comerciante de caballos que, luego de ser víctima de una sarta de atropellos, busca hacer justicia por su propia mano y enciende una rebelión que aterroriza y arrasa con todo lo que se opone a su paso, convirtiéndose en un criminal que tras su captura es condenado a muerte y ejecutado (aunque antes, en las negociaciones intercede a su favor Martín Lutero). “La primera vez que leí el libro no puede evitar entenderlo como un texto latinoamericano”, anota Cárdenas. “Ahí están todas las tensiones románticas e ilustradas que atraviesan los relatos latinoamericanos sobre la tierra, la dominación feudal, la ley y la teología política. De hecho, pensé en la historia fundacional de las FARC, con Manuel Marulanda, alias Tirofijo, yéndose al monte a fundar su insurrección después de que le mataran a unos cerdos”. 

Publicada en su versión original en el primer volumen de Relatos (1810) de Kleist, y con un par de adaptaciones cinematográficas dirigidas por Volker Schlöndorff en 1969, y Arnaud des Pallières en 2013, Michael Kohlhaas ha escurrido de cierto modo su influencia en novelas como Ragtime, de E. L. Doctorow, y Vida y época de Michael K, de J. M. Coetzee, pero además, Cárdenas cuenta que junto a los escritores Edmundo Paz Soldán y Yuri Herrera está empezando a poner en marcha “una antología de remakes latinoamericanos del Kohlhaas”. Una iniciativa literaria que parte de la idea de que la novela de Kleist “es un texto profundamente sudaca y el proyecto quiere explorar esa afinidad”.  

Por otro lado, Cárdenas opina que “Kleist es un inventor de formas. Y el efecto más sorprendente de las formas nuevas es la capacidad que tienen para desplazar y resignificar conceptos, campos enteros de discusión alrededor de ideas que parecen muertas hasta la aparición de la forma nueva”. En ese sentido, el autor de la novela corta Zumbido (2010) —quien había apuntado: “hay algo muy potente en ese efecto de brevedad, de intensidad de la novela corta. La duración restringida es una de las claves de la belleza del género. Se acaba justo a tiempo, pero a la vez uno siente que le quedó faltando algo. Que esa perfección es a la vez la formulación de una carencia, de un vacío. Ese vacío es el vórtice político y estético de la novela corta—, así como de las novelas más extensas Los estratos (2013) y Ornamento (2015), considera que Kohlhaas “es uno de los momentos fundacionales de la novela corta moderna y a la vez funciona como un ensayito, o sea, borrador de ideas, revelación de pentimentos, de brochazos fallidos o abandonados, alrededor de la insurrección y de la ley. No por nada era uno de los libros favoritos de Kafka”.


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